05. Fernando y Carlos

El tono escandaloso de llamada se escuchó en todo el piso de Carlos, se había dejado el móvil en el salón por la noche y ahora le tocaba levantarse a duras penas para ir a contestar.

La escayola pesaba una barbaridad y tenía la certeza de que, al ritmo que iba, le tocaría devolver la llamada. Independientemente de eso, ¿quién le llamaba tan temprano? Llegó al móvil justo cuando dejó de sonar, vio el nombre de Fernando en la pantalla y se quedó atónito. Que Fernando lo llamara a esas horas no podía ser nada bueno. Se metió el móvil en el bolsillo y ayudándose de las muletas fue al baño, cualquier cosa que Fernando tuviese que decirle podría esperar un par de minutos.

Después de lavarse la cara y terminar en el baño, volvió al salón y se sentó en el sofá, jugueteó con el móvil mientras rumiaba sobre qué querría Fernando de él, hacía tiempo que su relación era estrictamente profesional y no le entusiasmaba hablar con él.

Aprovechó para mirar las últimas noticias que ofrecían las redes sociales hasta que decidió que era el momento de llamarlo para saber qué quería. Pinchó en el contacto de Fernando, ojeó las opciones con desgana y presionó primero el símbolo del teléfono y luego el del altavoz.

Dejó el móvil sobre el muslo izquierdo y miró hacia el techo, esperando. Fernando descolgó.

—Hola, Carlos —saludó la voz de Fernando.

—Hola, Fer. ¿Qué querías?

—Nada, saber cómo estabas. No me habían dicho nada de tu accidente hasta hoy.

«Y podrían haberse callado», pensó Carlos.

—Sí, ya. Bueno, las escaleras mal ancladas. Un clásico. Estoy bien… —Carlos estaba mosqueado—. ¿Quién te lo ha dicho?

—El regidor, me ha preguntado si podría hacer tu papel durante unas semanas.Carlos se incorporó, sorprendido.

—¡¿Cómo?!, ¿qué ha pasado con Andrés?

—No me han dado detalles, simplemente que se ha marchado de la obra y, ya sabes, no pueden permitirse cancelar, así que… espero que no te importe, le he dicho que sí.

—¿Y vas a estar en las dos obras? ¿Dos personajes principales? Fer, te viene un poco grande.

—Nada, no te preocupes —restó importancia Fernando, con el tono desenfadado de siempre—; serán un par de semanas y todavía recuerdo bastante bien el papel de tu personaje.

—Como que estuviste tres años representándolo cuatro veces a la semana —bufó Carlos.

—Por eso…

—En fin, pero es que es una locura, vas a tener diez minutos para cambiar de una obra a otra.

—Carlitos, no te preocupes. Además, solo te llamaba por lo tuyo, que me dijeron que te tendrán unos meses con escayola, ¿tan grave fue?

—La tibia fracturada y una fisura en el fémur, me toca tener paciencia.

—Pues, sí. Y, oye, Carlos. Sé que han pasado años desde aquello, pero puedes contar conmigo y…

—Ya, ya… eso fue hace mucho, Fer, y la sangre no llegó al río, ¿no? Mira, te tengo que dejar —cortó Carlos, no le apetecía tener esa clase de conversación ahora, menos por teléfono.

—Está bien, ya hablaremos. Nos vemos pronto.

—Adiós, Fernando.

Colgó y dejó el móvil en el sofá, se recostó y se tapó la cara con las dos manos reprimiendo un grito. Si empezaba el día así no quería saber cómo terminaría, por suerte, podía volver a meterse en la cama. Cogió las muletas y se metió en el cuarto, dejando el móvil en el salón.