10. Olivia y Néstor

El ventanal que iluminaba la sala de espera dejaba ver un día de finales de primavera, en el que los árboles estaban llenos y verdes. Olivia se levantó y cogió a Lorenzo de la mano, tenía 7 años y llevaba un par de días con fiebre alta, y entraron en la consulta del pediatra.

Néstor, el médico, para el gusto de Olivia, era muy joven como para tener la experiencia que a ella le hubiese gustado en el médico encargado de cuidar de su nieto; aunque, como buena abuela, nadie iba a estar lo suficientemente preparado para hacerlo bien.

Olivia puso directamente en la camilla a su nieto y luego se sentó delante del médico, Lorenzo se entretuvo con uno de los posters de la pared que tenía dibujado el sistema respiratorio mientras su abuela hablaba con el médico.

―Hola, Olivia. A ver, cuénteme, ¿qué le pasa?

―Hola, Néstor. Pues tiene mucha fiebre, otra vez. Se la he intentado bajar, pero sigue teniendo 39.

―¿Qué le has dado?

―Lo de siempre, vamos: paños de agua fría, le he dado caldito de pollo y anoche le hice té de lechuga, pero nada. Que no baja y mi hija está de viaje.

―Vale, espera que le miro y luego te hago una receta ―Olivia hizo un mohín y Néstor sonrió ampliamente―. Mujer, los remedios están bien, pero a veces los medicamentos son necesarios.

―Ya lo sé, pero no me gusta usarlos. Solo cuando no queda otro remedio ―se quejó.

―Por supuesto.

Néstor se levantó y saludó a Lorenzo para luego pasar a examinarlo, le pidió que abriera la boca y le examinó la garganta, le tocó la frente y con el fonendoscopio le auscultó. Lorenzo se quejó del tacto frío y Néstor le quitó importancia con una sonrisa.

―Vale, Olivia. No es nada grave, lo único que me preocupa es que es la tercera vez que viene en muy poco tiempo. Voy a pedir una analítica a ver por qué se está resfriando tanto, ¿vale?

Olivia asintió y le pidió a Lorenzo que se bajara de la camilla. Él fue hasta ella y le dio la mano. Néstor se sentó otra vez delante de Olivia y sacó el talonario de recetas, mientras escribía algo con su letra hilada le explicó las tomas.

―Después de las comidas: una por la mañana, una a medio día y una por la noche. Si la fiebre no remite en cinco días, volved. Toma también esto, que es para hacerle el análisis. Pide cita para la extracción de sangre en recepción, ¿vale?

Olivia aceptó hacerlo todo según las pautas del médico, era él quien había estudiado y, aunque le fastidiase su juventud e «inexperiencia», era quien sabía cómo tratar a su nieto y qué darle… eso no significaba que le gustase, ella siempre había preferido los remedios naturales.

De cualquier manera, era evidente que sus remedios caseros no eran suficientes para atajar el malestar de Lorenzo; así que se guardó su orgullo y tradición, recogió la receta, se despidió agradeciendo a Néstor su calidez y su buen hacer.

Sería joven, sí, pero era un buen médico y eso Olivia nunca podría negarlo, aunque no le gustaran ni medicinas ni médicos.