Escritura creativa 2. El personaje

¿Quién es ese? Si me lo encontrase paseando por la calle, ni siquiera me fijaría en él.

Maniquí siendo manipulado por unos hilos, representando cómo el autor debe hacer moverse al personaje en sus historias.

Podemos escribir la descripción más idílica de un paisaje o el momento perfecto narrado con palabras bellas y que carezca de interés para el lector, porque cualquier historia necesita de un objeto que realice acciones y la mueva, necesita que en ese escenario ocurra algo. A ese objeto activo al que le suceden cosas, hace, deshace, se relaciona y reacciona lo llamamos personaje.

Un personaje no tiene que ser siempre un humano o algo vivo, pero en la historia siempre deberá comportarse como si lo estuviera, porque, de otra forma, nunca conectará con el lector.

Los personajes deben, por tanto, hablar un lenguaje emocional que genere empatía y cercanía con quien lo está leyendo y, para eso, un escritor debe conocer a sus personajes; de no hacerlo, podría caer en incoherencias, hacerlo insufrible, poco creíble o ridículo a ojos de los demás (un ridículo no pretendido, claro) lo que tendrá una consecuencia directa: el lector dejará de leer.

El personaje es el núcleo de cualquier historia, es quien conecta con el lector y quien interactúa e influye en el relato. Es el motor narrativo. Un buen personaje podría estar disfrutando de un café, humedeciendo de lágrimas un puñado de servilletas —si lo desarrollas bien, el lector sentirá tanta empatía por él que, probablemente, se crea que, de encontrarse en una situación similar en el mundo real, se acercará a esa persona para consolarla; aunque luego no lo haga—, estornudando por la alergia primaveral o contando una historia a un interlocutor atento.

La coherencia de un personaje se basa en el equilibrio de virtudes y defectos, se basa en su humanidad. Trabajar en esa coherencia hace que los personajes se sientan reales.

Para trabajarla, es imprescindible que el escritor haya hecho un trabajo por conocer al personaje que ha creado, que le haya asignado una voz propia y la trabaje. Los personajes no tienen ni deben tener la misma voz que el escritor; cada uno tiene su propia personalidad, debe desarrollarla y mostrarla.

Es un trabajo que lleva mucho tiempo de práctica y esfuerzo, un escritor debe ser capaz de impregnar de modulaciones y formas de hablar únicas a cada personaje. Igual que en el mundo real, no todos nos expresamos de la misma manera. Así que, si quieres personajes realistas, escribe todos los que puedas. Fíjate cómo hablan y cómo se expresan las personas que te rodean; aprende escuchándolas.

Además, el escritor deberá hacer un trabajo de investigación sobre su personaje, haber descubierto sus deseos, sus motivaciones, sus impedimentos… todo aquello que consiga que la historia se mueva hacia un punto concreto y que lo desarrolle y haga cambiar.

Un buen personaje no es plano y habrá cambiado durante el trayecto, no será igual en las primeras páginas que en las del final.

Para el desarrollo de la trama es importante contar con el conocimiento de la motivación del personaje, no es importante que sea una gran motivación, pero sí una que lo mueva para resolver el relato; es decir, la motivación dentro de la historia tiene un papel fundamental, no por ella misma, su interés reside en cómo se resuelve, cómo llega a su meta. El deseo es importante para el personaje, por lo tanto, lo será para el lector: el lector se identifica con el personaje y simpatizará con él.

La motivación es la pieza central para desarrollar al personaje y lo que hará crecer el argumento en torno a ella. La mera descripción no puede soportar el peso del relato si este no persigue un objetivo más profundo.

Además, durante el camino, esta motivación debe tener impedimentos, estar escalonada para que el personaje necesite subir, crecer y aprender hasta llegar a la meta.

En los relatos debe haber un componente de tensión e interés (impedimentos) que aporten valor al camino que recorre, esto hará que su valor para el lector aumente. Por eso es complicado realizar un relato en el que la motivación del personaje sea una idea abstracta, pueden existir motivaciones de este tipo durante el relato (de hecho, es importante tenerlas en cuenta; son la filosofía que esconde debajo), pero evita que sea la motivación principal. Enfoca la atención sobre intereses concretos y bien definidos con los que un lector medio se pueda encontrar en su día a día.

Es importante, a la hora de desarrollarlo, que sobresalga de alguna manera —evita los prototipos—, es más interesante y aportará más a la historia uno que presente conflictos internos o defectos que puedan llegar a afectar al desarrollo de la historia. Estos defectos serán obstáculos que el personaje aprenderá a limar para llevar a buen puerto la trama, lo que aportará un valor añadido a la historia.

El escritor tiene que haber hecho un trabajo de documentación previo sobre su principal compañero de trabajo y habrá aprendido mucho explorando detalles únicos y raros que han hecho que le resulte atractivo.

Si a un escritor no le interesa su personaje, poco podrá trabajar con él y al lector le interesará menos.

La complejidad de los personajes no debe darse solo en el caso de los antagonistas, los conflictos del protagonista también son un elemento enriquecedor. Un personaje rico debe contener su propia historia (cicatrices), experiencias y recuerdos. Los buenos personajes tienen defectos. Céntrate en los detalles que lo hacen único.

Los rasgos de oposición humanizan al personaje, pero son un reto para la coherencia; conseguirla es un síntoma de que la caracterización se ha realizado con éxito.

Estos rasgos, además, pueden representar contradicciones y conflictos internos. No es recomendable abusar de los contrastes, porque pueden hacer tambalear a la coherencia, por ello deben ser sutiles y describirse de esa manera.

Evita lo predecible, gira la historia y contrapone la visión del personaje con su realidad; por ejemplo, un personaje puede haber dicho, dentro de su coherencia interna, que nunca se va sin pagar de un bar, que le parece repugnante quien actúa así —muestra un juicio moral alto— y, poco después, estar en una situación en la que debe justificar que se ha ido de algún sitio sin pagar por alguna urgencia apremiante —ruptura de su juicio moral, de la visión que el propio personaje tiene de su yo interno—; también puede presentarse, por supuesto, la redención: en cuanto se solucionó la urgencia, volvió al local a redimirse y pagar su cuenta —reequilibrio del juicio moral—.

Con esto llegamos a la coherencia interpretativa, la voz del personaje y su forma de actuar, todo esto debe trabajarse y mantenerse en el tiempo, evolucionar según el propio aprendizaje que haya tenido durante el desarrollo de la trama, sin disonancias ni evoluciones abruptas. La línea debe estar siempre centrada y mantener su propia voz.

Debes buscar el equilibrio óptimo entre los rasgos de personalidad que se describen y se muestran en la historia, busca aquellos que son relevantes para el desarrollo y enfócate en mostrar en vez de describir, para que el lector pueda conectar mejor con las diferentes facetas del personaje al que está conociendo. Además, es aconsejable evitar que se muestren en entornos aburridos, debes mantener la atención del lector y eso se hace mediante la sorpresa y las acciones que no pueda prever.

La fuente principal para la creación de personajes son las personas que nos rodean; al ser parte de un ecosistema gregario, el escritor ha ido recopilando durante toda su vida una serie de experiencias e interacciones sociales con otras personas, este es el humus principal para la creación de los personajes que poblarán sus historias.

Para crearlos, como escritores, podemos bucear en nuestras mentes, donde encontraremos muchos de esos patrones que nos permitirán crearlos con facilidad y consistencia. Aunque tampoco hace falta irse lejos, en la ficción autobiográfica, por ejemplo, el personaje usa como base al propio autor, donde se modifica y de la que se despega, ofreciendo una «realidad alternativa».

Utilizar la propia personalidad para comenzar a construirlo es un ejercicio que puede resultar difícil si el escritor no ha hecho un trabajo previo de introspección. Independientemente del autoconocimiento, siempre se puede comenzar trabajando con los rasgos que parezcan más interesantes, que den juego, y, a partir de ahí, seguir adelante y dejar que el personaje evolucione.

Partiendo del entorno más cercano, los personajes tendrán una facilidad añadida: la familiaridad; estarán construidos en base de un conocimiento profundo y una relación estrecha. Aún así, solo es una base, reserva espacio para la ficción creativa, ¿recuerdas los moldes de las ideas de Platón? No pretendemos llegar a crear entes perfectos ni reales, tampoco hacer una copia exacta de alguien dentro del relato, pueden y deben ser imperfectos y mostrar distancia con el molde inicial (es muy recomendable). Basarte en alguien no implica ser fiel al 100 %, no implica que sus acciones sean «reales».

Transforma los moldes que utilices para que sean personajes únicos y nuevos, no malas copias. Un personaje no es una persona, ni debe ser tan complejo, solo parecerlo.

Otra forma de crear personajes es observar al entorno y a los desconocidos, cómo se comportan; trata de imaginarlos como si alguien estuviera contando su historia. Eso le dará una entidad y obtendremos un personaje con el que trabajar posteriormente.

Lo que más nos empujará a trabajar con un personaje es su situación inicial, la motivación y necesidad de contar algo concreto; algo que el personaje puede vehicular; es, entonces, la hora de hacernos las preguntas que comienzan por: «¿y si…?» y «¿qué pasaría si…?». Deberíamos con ellas comenzar a trabajar creando personajes que nos ayudarán a darle una respuesta a esa posibilidad que tratamos de recrear. Elegimos el que sea más inspirador y tratamos de conocerlo, de darle una forma definida, y, luego, de contar su historia, de encontrar su motivación.

Esto solemos olvidarlo y caemos en la dejadez con los otros personajes que pisan el escenario de la historia, no es necesario que todos tengan la misma complejidad y profundidad, pero hasta cierto grado, la personalidad de cada personaje que aparezca, se debe trabajar para cohesionar la historia y que sea creíble.

Se debe profundizar mucho con los «buenos» de la historia para hacer que conecten con el lector; pero también se tiene que desarrollar a los personajes que menos te gusten, los que serían «enemigos», este trabajo es bastante importante, porque normalmente son personajes que enseñan los anatemas; eso sí, hay que valorar la importancia de los personajes y su peso para la historia. Recuerda, no se necesita que se desarrollen todos con el mismo detalle.

La forma de conectar y conocer a los personajes es metiéndolos en situaciones específicas y obligarlos a reaccionar: imagínalos en diferentes escenarios, dales puzles que deban resolver y descubrirás hasta dónde son capaces de llegar, cuáles son sus defectos y carencias, con cuáles de ellos trabajarás para que acaben evolucionando y cambiando la historia que quieres contar.

Todo es un ejercicio de imaginación.

Además, si un personaje no evoluciona ni crece con su propia historia, ¿qué hará con ella el lector? ¿Qué le aportará? Las historias significativas aportan crecimiento al personaje, aunque al final muera, y es lo que le transmitirá al lector. Las tragedias son trágicas precisamente por eso, porque pese al camino recorrido y a la evolución, el final rompe con el personaje, lo traiciona.

Para esto, existen elementos en los que un escritor se apoya para que sea más fácil «ver» a tu personaje en acción; estos son:

  • Apariencia: es una forma en la que se nos puede transmitir información del personaje: si va despeinada ese día puede implicar que se ha levantado tarde o ha trasnochado, está cansada; si es algo habitual, probablemente, se deba a que es despistada o no le importa demasiado lo que piensen de ella. La apariencia de un personaje revela mucho sobre su actitud, su relación con el mundo y el entorno, y sobre su personalidad.
  • Familia y antecedentes: no es lo mismo tener hermanos que no tenerlos, tampoco que tus padres fuesen amorosos o distantes; nuestro trabajo como escritores no es emitir juicios sobre estos temas, es utilizarlos para ayudarnos a desarrollar los puntos fuertes y las debilidades de nuestros personajes, los miedos, lo que los asusta y sus tolerancias a la frustración, miedo, etc.
  • Psicología y personalidad: existen numerosos estudios que categorizan las personalidades, hay algunos más completos que otros, busca los patrones y estudia la personalidad de tu personaje, te ayudará a darle mayor coherencia interpretativa. La personalidad es el resultado de todo lo anterior, la personalidad se amolda en base de las experiencias vividas y los objetivos y carencias que el personaje tiene y desea (o no) mejorar. Por ejemplo, un personaje que no tiene motivación para superar un trauma puede ser atractivo, pero su historia se desarrolla en el pasado, un personaje con futuro estará motivado a cambiar.
  • Identidad: pon a tu personaje delante de un espejo y oblígale a describirse, ¿cómo crees que lo haría? No hay una manera metódica de responder a quién eres, algunos se identifican más por su apariencia física, otros por sus relaciones con los demás, algunos por sus cualidades, su profesión, etc.

Para conseguir esta información, una buena forma es hacerse las preguntas correctas sobre el personaje y responderlas: ¿cómo se llama?, ¿dónde vive?, ¿qué hace los sábados por la tarde?… ¿Se ha enamorado? Luego, profundiza en las preguntas para conocer los detalles más específicos y particulares: ¿está enamorado ahora?, ¿qué película vio ayer?

Mucha de esta información no se utilizará durante la historia, pero ayudará a que, ante las disyuntivas, el personaje siga un camino concreto. Ayudará a que puedas darles una forma más definida a sus decisiones y respuestas; en definitiva, a que sea más fácil trabajar la historia.

Ejercicio 1. Haz 5 bocetos de personajes diferentes (uno en cada una de las etapas de la vida) y genera una ficha de resumen para conocerlos mejor. Debes desarrollar: el nombre completo, la edad, qué es lo que le gusta, qué es lo que odia, la descripción física, de tres a seis atributos o aptitudes positivas y de cinco a siete defectos.

Cuando los hayas hecho, céntrate en el que mejor te caiga (1) o con el que empatices en este momento. Desarróllalo en su ficha de forma libre un poco más. ¿Qué otras cosas de su personalidad te sugiere el personaje?

Haz lo mismo con el personaje del que te sientes más alejado (2).

Ejercicio 2. Descubre a esos personajes. Escribe una historia breve en la que reflejes el mayor de los defectos del personaje con el que más te identificas (1) a través de las acciones que realiza en el relato.

En una segunda etapa del relato, introduce al personaje del que te sientes más alejado (2) y haz que, a través de una virtud, ayude a evolucionar al personaje (1) y a limar su mayor defecto.

Una vez finalizado el texto, valóralo. Busca incoherencias y evalúa si es leal a su descripción: ¿el personaje (1) ha actuado de forma correcta según sus valores personales? Ten en cuenta que, como humanos, no somos perfectos y, a la hora de actuar, existe una ligera disonancia cognitiva de cómo actuamos frente a la forma en la que creemos que lo haríamos; esto también puede pasarle a un personaje. Podemos utilizar esta disonancia para sorprender al lector con alguna acción inesperada, pero sin llegar a la incoherencia.

La psicología de un personaje es reconocible, por eso son funcionales, procura que los «desajustes» de comportamiento dentro del contexto en el que los realice sean coherentes y congruentes con las emociones que le impulsan a desarrollar la acción de esa manera.

Creado originalmente para el taller de escritura creativa Escríbeme Cerveza de enero de 2020.

Fuentes: tras dos años es difícil recopilar las fuentes de estos materiales porque no las apunté en su momento — no tenía intención de publicarlos y no lo creí necesario, suspenso para mí — ; he recurrido a aplicaciones antiplagio con la esperanza de que me sacara alguna cita, pero no he obtenido resultado. Así que la nota de fuentes consultadas queda así: En la creación de estos materiales se han consultado varias fuentes y libros de teoría literaria y narrativa.

Contenido originalmente creado en 2020 para el taller Escríbeme, Cerveza. Publicado en Medium el 31 de marzo de 2022 (https://medium.com/@erebyel/taller-de-escritura-creativa-02-el-personaje-db8befcbd4d8)